De pronto, supe que podía besar su cuello o la comisura de sus labios, con absoluta impunidad. Supe que me dejaría hacerlo, y hasta que cerraría los ojos, como enseña Hollywood.
sábado, 29 de mayo de 2010
Locura
Es evidente que es distinto mirar con claridad de la cordura a ver con la luminosidad de la locura, y ante la duda elijo la lucidez de la locura. Porque he aprendido que la locura es el punto álgido de la felicidad.
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